HISTORIA DE UN FRACASO
Los verdaderos motivos que hay detrás de este acontecimiento de gran importancia mundial son de índole geopolítica y estratégica. Siempre está detrás la sombra del enfrentamiento entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética en los tiempos de la llamada “guerra fría”. Los americanos tienen en Kosovo un punto clave de control militar de la zona, por lo que la disgregación del país serbio les da aún más capacidad de maniobra. Mientras que los herederos de Lenin ven cómo el eterno enemigo aumenta su poder en lo que había sido parcela comunista (Yugoslavia y Albania) y sienta un precedente muy peligroso en el mundo en general y en esa zona en particular, pues no olvidemos los conflictos internos que tiene Rusia por reclamaciones de independencia por parte de Chechenia o de Osetia del Norte.
Pero lo peor de la secesión de Kosovo no son estas razones políticas, que al fin y al cabo son un conflicto de intereses y los implicados no dudarían en defender la opción contraria si ello les fuera beneficioso. Lo nefasto de este suceso es el triunfo de unos criterios basados en la naturaleza étnica. O mejor dicho: el triunfo de los que apelan a conceptos de raza, nacionalismo, procedencia geográfica, religión, etc. para su propio beneficio, haciendo sentirse desplazado, humillado o fuera de lugar al que no pertenezca a un grupo con señas de identidad o al que no sea capaz de enarbolar una bandera única e intocable.
Kosovo pasará a la historia como modelo de fracaso de convivencia alentado por razones externas a los propios kosovares y que encontró en el tirano Milosevic, y su matanza de personas con antecedentes albaneses, la coartada perfecta para seguir hasta el final. ¿Por qué hay que tener un origen común para formar un país? ¿O una misma lengua? ¿O una misma religión? Un país es una organización administrativa compuesta por personas, en primer lugar, y luego les ponemos los apellidos que queramos. Una organización que defiende unos intereses comunes, pero que éstos no deben excluir a las personas por sus características físicas o por su suerte a la hora de nacer. Llevémoslo al absurdo e imaginemos países formados por todos los que tengan los ojos verdes o por los que no les gusten las espinacas o por los alérgicos al polen… Es ridículo que a estas alturas de la historia de la humanidad, más mezclados que nunca, todavía alguien crea en el pedigrí o, lo que es peor, quiera hacer creer que es motor vital.
Lo cierto es que a Kosovo se le abre un periodo poco halagüeño porque va a ser, paradójicamente, más dependiente que nunca. No podrá subsistir sin la ayuda internacional pues carece de recursos importantes si exceptuamos el narcotráfico, que es su mayor fuente de ingresos. Acabará habiendo resolución internacional de Naciones Unidas para aprobar ayudas a este nuevo país, impulsadas, para esto sí, por los Estados Unidos.
Roberto C. García Donoso