AGRADECIMIENTO

Es el templo de Dios,
casa de todos en alza
hasta que llegando al Cielo
lo veamos desde allí,
abajo, en lontananza.

Como todo ser creado,
el tiempo arruga su semblanza.
Y hay que acicalarlo,
ponerlo guapo
para que cuando en él recemos,
nuestra plegaria salga
hacia arriba sin polvo,
limpia, sin mancha.

Parece que ahora,
desde los cimientos
hasta las espadañas,
se le está tratando la estética.
Se le está aclarando el alma.
Y son los torrejoncillanos
los que sin huera alabanza,
soportan en gran parte
gastos y cargas.

No me extiendo.
Ya con campana nueva
¡que repique a gloria santa!.
Y, cuando lo haga doblando,
sea el recuerdo
que se nos escapa
quien nos dirija hacia aquellos,
que nos contemplan agradecidos
con vivas y jachas,
allá donde mejor aprecian
lo que significa
el que este bronceado objeto,
sea más que espejo de plata,
por estar grabado en él
el retrato de la Madre
reconocida por todos
con una cara.. ¡qué cara, Dios!
¡Bendita sea su estampa!

ANGEL GOMEZ SANCHEZ.

Madrid, 14 de Junio 2007.