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¡Juega en la calle!

¡Juega en la calle!

IMG_20170112_092437393Hace varias semanas, mientras paseaba por una bonita y céntrica zona de Madrid, observé una placa que llamó poderosamente mi atención. En ella ponía algo así como: «PROHIBIDO JUGAR A LA PELOTA». Seguramente habría antes pasado por otros sitios donde también estaban estos carteles, pero no los había visto. Pensé que era algo puntual, casi anecdótico. Pues bien, me equivocaba.

Por fortuna o desventura me considero una persona muy curiosa, con lo cual a partir de entonces y cada vez que me adentraba en alguna plazuela o calle no podría dejar de mirar a mi alrededor y… ¡Sorpresa! De nuevo otro letrero prohibitivo.

Aparentemente es algo sin importancia, pero he de decir que en cierto modo me indignó, y de hecho me indigna ver ese tipo de carteles. No me gustan. Me resultan feos, hasta cierto modo transmiten tristeza.

Todos los niños tienen derecho a jugar. Claro que sí. Y no lo digo yo. Lo dice la Declaración de los Derechos del Niño.

Además soy partidario de que los niños jueguen en la calle, rodeados de amigos y disfrutando plenamente de la libertad. No podemos quejarnos de la vida sendentaria que llevan algunos chavales y a la vez molestarnos porque juegan en la calle.

Es cierto que hay polideportivos, centros de ocio, parques de recreo… pero tampoco vamos a ponernos exquisitos. Yo, y muchos como yo, hemos pasado media infancia dándole patadas a una pelota en cualquier calle del pueblo y he de decir que los mejores recuerdos de mi niñez los tengo en la calle, con mis amigos de toda la vida jugando hasta la extenuación.

IMG_20170306_122657Pero más allá de eso, jugar en la calle fomenta el desarrollo de unos valores que no se aprenden en las aulas, incluso ni en tu casa. Se trata de una educación en la que se transmiten y se dan forma a unos valores humanos que nos marcarán para toda la vida. Jugando en la calle se fomenta la cultura del respeto, la tolerancia, la capacidad de superación, el igualitarismo, la meritocracia, el disciplinamiento, el esfuerzo y sobre todo, supone un pilar fundamental para promover la cohesión social y los lazos de amistad entre los niños.

Me quedo con una pequeña reseña del investigador Jesús Paredes escrita allá por el año 2007:

«Desde la niñez el ser humano ha jugado más o menos tiempo y a través del juego ha ido aprendiendo pautas de comportamiento que le han ayudado a convertirse en adulto y por tanto a vivir. Las personas necesitan del juego y no sólo en la niñez sino a lo largo de toda su vida. Los juegos conceden la posibilidad de seguir siendo niño sin perder la condición de ser adulto. El juego es una respuesta psicobiológica a la vida».

De esta forma, considero que el juego supone una vía de escape muy saludable desde el punto de vista físico y mental, y además se trata de un impulso casi natural del ser humano. De hecho, la palabra «deporte» proviene de la idea de «deportar», es decir, la evasión física y emocional hacia “otro mundo” o realidad carente de obligaciones y que supone una ruptura con la cotidianeidad.

Dicho esto, por favor, no le pongamos puertas al campo. Es absurdo. Dejemos que los niños jueguen en la calle porque, como bien afirmó el gran Pablo Neruda: “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega (o no permite jugar) perdió, para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta…”

Por lo tanto, y para concluir…

JC

Manuel Torres Canalo

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About The Author

Redactor de TTN (Torrejoncillo) Colaborador de Radio Alfares (Torrejoncillo)