23F, DE JUSTO DA EL GOLPE EN VISTALEGRE.
Emilio interpretó el toreo clásico, de siempre, de verdad y dio la dimensión del gran momento en que se encuentra.
Un gran número de torrejoncillanos, residentes en Madrid y venidos para la ocasión, se congregaron en el madrileño barrio de Carabanchel para ver torear a Emilio de Justo. La mañana estuvo repleta de golpes, del fino humor que les caracteriza. La jornada también sirvió para que el «Club Cultural Taurino Torrejoncillo, Emilio de Justo» organizara su primera actividad, fuera de Torrejoncillo, y verdaderamente supo elegir el día.
En la obscuridad del nuevo Palacio de Vistalegre se celebró nuevamente su Feria de Invierno. Interesantísimo desafío ganadero y mano a mano entre Manuel Jesús el Cid y Emilio de Justo. Excelente la labor que Tauroemoción está haciendo por la fiesta.
El verdadero golpe llegó por la tarde, desde que el de la calle Coria abrió el capote rodilla en tierra, para recibir a su primero, con un torerísimo saludo capotero por verónicas. Para continuar un saleroso galleo por chicuelinas para poner al toro en el caballo y un quite por gaoneras. No tan claro en el último tercio, el del Puerto, donde Emilio estuvo a la altura, con la seguridad que atesoró durante la pasada temporada, tragando en más de una ocasión los parones del morlaco, al que pasaportó de media y descabello.
Donde tragó y volvió a tragar, fue con el cinqueño que le tocó en suerte de Victorino, llegando a esa delgada línea donde se palpa la tragedia, que sólo atraviesan unos pocos, y que a punto estuvo de costarle caro, a merced del toro en más de una ocasión, con un feo volteretón incluido. Emilio estuvo valiente, firme y de verdad, se cruzó una y otra vez al pitón contrario con verdadera exposición. Le robó al de la A muletazos de mucho mérito, pese a que el toro no le regaló ni uno. Muy seria faena, ante la alimaña que le tocó en suerte, que malogró con la espada.
Cuando la plaza se vino abajo fue con el sexto, al que el torrejoncillano entendió a la perfección. Justo de fuerzas llegó a la muleta, pero De Justo le administró una faena repleta de temple y oficio. Le dio, al Parladé, la distancia que pedía el toro y le puso la muleta a la altura para que el toro lo diera todo. Pases largos y cadenciosos que tan elegantísimamente interpreta el de Torrejoncillo, por ambos pitones, poniendo el broche con esos naturales de frente, a pies juntos con los que pone punto y final a muchas de sus faenas. Mejor dicho, punto y final no, punto y seguido, el punto y final llegó con el volapié, hasta la bola, que le administró al de Juan Pedro. Dos orejas de un tirón y puerta grande de justicia.
El golpe. De Justo.
Ángel Carlos Sánchez.