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Aquellas ferias de junio I

Aquellas ferias de junio I

Desde el Torreoncillo BUENOEl mercado y la feria.

Posiblemente sorprenda el título a una gran parte de los hipotéticos lectores de esta sección. Si hablo de esa posibilidad es porque los supongo encuadrados en una edad que no les permitió conocerlas o bien sólo les dejó un muy borroso recuerdo de su etapa final. A los ya mayores, los últimos días de junio aún nos suscitan una ligera evocación de aquellas ferias y a algunos, como al que esto escribe, la nostalgia de lo que aquellos días simbolizaban. Eran fechas alegres, fechas de final de curso, de regreso a casa, del comienzo de las vacaciones. Vaya desde aquí mi pequeño homenaje, aunque sea histórico, a aquellos 26 y 27 de junio, aquellos días de ocio, que, como tantas otras cosas, también se perdieron.

No conozco documentos anteriores al siglo XX que den constancia en Torrejoncillo de la celebración de ferias, ni de ganado ni de otro tipo de comercio. Tanto las Relaciones Topográficas de Felipe II, como el Catastro de la Ensenada o el Interrogatorio de la Real Audiencia dan fe de su inexistencia. Su aparición, ya en 1906, fue a propuesta de dos concejales de nuestro Consistorio, D. Ezequiel Lázaro Vela y D. Pedro Gil Martín, menor, quienes si así lo hicieron fue a la vista del éxito que tenía el Mercado Semanal de Ganados, instituido unos meses antes, el 12 de enero de ese mismo año, y también previa petición de un numeroso grupo de ganaderos locales.

Tal mercado semanal tenía lugar “en un cercado al sitio de San Antonio, inmediato a la charca del Palanquete, de la pertenencia de D.ª María Lorenzo Sánchez, a quien el Ayuntamiento, en concepto de alquiler, le pagó quince fanegas de trigo el primer año y treinta en los años sucesivos. Había también en los alrededores, en la Isla de Cuba, mercado de toda clase de granos, de productos del país y géneros de comercio. Se celebraba los domingos por entender los concejales que era el día más propicio para las transacciones mercantiles. Para que pudiera realizarse en dicho día de la semana hubo que pedir el oportuno permiso a la Superioridad porque la celebración en tal día vulneraba la entonces vigente ley del descanso dominical. Hay una frase del Sr. Alcalde, D. Ciriaco Santos Corcho digna de figurar en los tratados de economía al referirse a las ventajas de esta iniciativa municipal: “…es el mercado un medio de vida industrial pues con él especula el comercio, los consumidores se proveen de objetos que la concurrencia suele abaratar y el impulso que esta circunstancia da a los consumos es un estímulo de la producción y un gran elemento de vida industrial y beneficio general para la localidad”. Con toda seguridad que ni Adam Smith lo hubiera resumido mejor.

CiriacoSantosCorcho

Tampoco Hipócrates, cronista local de “El Noticiero”, dejó a los lectores del diario provincial sin resaltarles la importancia de aquel acontecimiento que se repetía domingo tras domingo. El su artículo “El despertar de un pueblo”, del martes 30 de enero de 1906, escribía: “Los alrededores de la histórica ermita de San Antonio y un inmenso cercado que linda con aquellos es el sitio, con muy buen acierto escogido, para la celebración del grandioso proyecto, sitio por demás ameno, llano y surcado de carreteras…Desde las primeras horas de la mañana millares de almas discurrían por todos aquellos sitios. Bien pronto pareció aquello una inmensa colmena de abejas bulliciosas en libertad…. Bien pronto se llenó el inmenso cercado de toda clase de ganados. A pesar de su gran extensión, se cuajó literalmente de ovejas, cabras, cerdos, vacas y caballerías…Fuera del cercado estaban llenas la planicie, y hasta las avenidas, de puestos con trigo, cebada, avena, centeno, garbanzos, guisantes, patatas, legumbres, carne fresca de cerdo en ricos embutidos, tablajerías, frutos coloniales, etc. etc.…”

Fue en vista, como ya he dicho, del éxito de ese mercado en el prado que luego llevaría su nombre, como se proyectaron y nacieron las Ferias y Fiestas de Torrejoncillo en aquel primer año de 1906. Aprobada tan sólo un mes antes, en la sesión del 27 de mayo, la premura del tiempo no impidió que se elaborase un amplio programa de actividades a pesar de las muchas dificultades. La principal, como casi siempre, la administrativa, porque hasta el 22 de junio no llegó la correspondiente y necesaria autorización gubernativa. Pero la ilusión y una buena organización todo lo superó. Se designaron varias comisiones tanto para el rodeo del ganado como para los puestos de comercio, encargando a cada una “que pusieran todo su celo en su misión para que los feriantes y forasteros se lleven de este pueblo el concepto de honradez y afabilidad que siempre ha distinguido a sus habitantes”.

Había que dar facilidades a los ganaderos y comerciantes. No se les cobraría nada por sus puestos en el rodeo o en las calles. Dispondrían de servicio de telégrafo gratuito y se concedería un premio de cien pesetas al feriante que presentase ganado de mayor valor. El orden era condición indispensable para el buen funcionamiento de todos los actos y se acordó reforzar el servicio de la Guardia Civil local con cinco parejas forasteras sin perjuicio de solicitar la colaboración de diez o doce vecinos para el mismo fin. Se hicieron anuncios publicitarios que fueron enviados a distintas localidades y quiso transmitirse al vecindario que lo que se estaba programando era tarea de todos, que se trataba de un acontecimiento extraordinario y trascendente para los intereses de este pueblo. Gran labor en este aspecto la del corresponsal de El Noticiero, el ya citado Hipócrates, en la difusión del programa de estas ferias y festejos.

Un amplio programa de actos animaba a los locales a participar y a los forasteros a visitarnos. Como entremés, se programaron capeas de reses bravas el día 25 en la plazuela de san Antonio. El día 26 comenzó la feria. El rodeo para el ganado se estableció cerca del arroyo de Correano “en el sitio que se denomina Fuente del tío Benito, que es un extremo de la Dehesa Boyal por el que pasa el camino al pozo del Valle Muerto, ermita de san Pedro Apóstol y en cuyo sitio se establecen las eras llamadas del Gorrón Blanco, siendo el paso además del ganado de labor en tiempo de invierno para la dormida en los tinados y pajares establecidos al sitio Monrobel, tocando además con cercado de particulares y con la dehesa de Arriba…” El lugar designado, por su proximidad a la carretera de Coria y por ofrecer como abrevadero dos charcas públicas y el también cercano arroyo de Monrobel parecía inmejorable.

Los puestos para géneros de comercio y toda clase de industria quedaron fijados desde las Cuatro Calles, pasando por la plazuela de las Huranas y extendiéndose hacia arriba, todo a lo largo de la calle Coria hasta llegar a la carretera. Por espacio, no sería. ¡Y los festejos! Los días 26 y 27 diana por la mañana y verbena, con lanzamiento de globos y quema de fuegos de artificio, por la noche. El día 27, por la tarde, capea, cucaña y carrera de cintas. Bailes ambos días en el Fomento. Toda la actuación musical corrió a cargo de una afamada banda, la del Hospicio de Cáceres, dirigida por el profesor Sr. Capdevielle, quien, según crónicas, hizo las delicias del público, en especial “al sorprendernos con una hermosísima malagueña obligada de cornetín y ejecutada por un joven de 17 años”

Todo salió a pedir de boca. El rodeo pleno de verdor, sin amago de polvo. El colorido del pueblo impresionante. Fueron iluminados los edificios públicos y muchos particulares. El Fomento ostentaba un gran rótulo de luz eléctrica confeccionado con bombillas de distintos colores. La Plaza Mayor, con templete en el centro para la banda de música, centelleaba con su espléndido alumbrado ornada de millares de banderolas con los colores nacionales, gallardetes y “faroles a la veneciana entrecruzados con preciosas guirnaldas de mil colores, formando un todo armónico y deslumbrador”. Todo era luz. No todos los pueblos podían presumir de ella en aquellos años.

Antonio Alviz Serrano

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2 Comments

  1. LARUS

    Magnífico artículo, amigo Antonio. ¡Qué suerte contar con estos artículos periodicamente!
    Por cierto, al final de tu relato, parecía que estuvieses hablando de otro pueblo, de otro tiempo y de otra ilusión e ímpetu….
    Un abrazo

  2. Esther

    Muchas gracias Antonio por «refrescar» algunas memorias y despertar el interés por la historia de nuestro pueblo en otras.

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