Emilio de Justo les dio un pescozón

El pasado 7 de octubre era día de confirmaciones en Torrejoncillo. Aquí existe un popular dicho, «el obispo de Coria me dio un pescozón para que me acordara de la confirmación», que hace alusión al simbólico bofetón que el obispo da para confirmar a los confirmandos en la fe.

Ese mismo día, el torrejoncillano Emilio de Justo volvía a dar un pescozón y confirmaba, en la toledana plaza de Illescas, al cerrado grupo de empresarios taurinos de nuestro país que es un torero mucho más que para tener en cuenta. Ahí están los números de la temporada, ocho corridas de toros, con toros de encastes que algunas figuras sólo verán desde la barrera y en todas las ocasiones ha tocado pelo, saliendo en la mitad de ellas por la puerta grande, dejando tarde tras tarde su impronta de torero de gran pureza y verdad.

Un nutrido grupo de torrejoncillanos se desplazaban hasta Illescas para ver al de la calle Coria y su paisano no les iba a defraudar.

El peor lote de la corrida fue a parar a sus manos , pero los Victorinos tienen algo especial, un lote tan complicado como el que le tocó a Emilio, en el que el lucimiento resulta casi imposible, puede valer para poner en su sitio a un torero. Fueron dos auténticas alimañas de las que hacen estar a cada uno en su sitio y tienen al público en un vilo, desde que salen de toriles pendientes de todas las acciones de toro y torero.

Emborronó en el primero con la espada todo lo que hizo, pese a que estuvo a la altura y le sacó partido a un encastado y exigente Albaserrada, al que podía haber tocado pelo.

Soberbio en el cuarto. Bien con el capote Emilio, pero la intensidad y la emoción llegaron con la muleta ante un toro que buscaba al torero al finalizar cada pase, girándose como un auténtico resorte. Faena de gran emoción y firmeza, de las que no pasan desapercibidas en los tendidos. Emilio pasó esa línea de los grandes toreros, sin dar en ningún momento ventajas al astado. Por dos veces fue revolcado sin consecuencias. Supo ligarle a la alimaña tandas con la derecha de gran plasticidad, recetándole más de un remate de cartel de toros. Lo despidió con naturales a pies juntos de frente que encandilaron al público, más aun si cabe cuando en el cuarto natural lo cogió de manera fea y tras levantarse se volvió a poner en el sitio donde lo había enganchado. Dos orejas fueron el premio a una intensa faena.

Emilio ha demostrado con creces que es torero que cabe en cualquier feria y en cualquier cartel. Esperamos que lo realizado en esta temporada sirva, de una vez por todas, para entrar en las plazas de nuestro país. No olviden los señores empresarios que los aficionados estamos cansados de ver siempre lo mismo, tarde tras tarde y que con este sistema hacen más daño que beneficio a la fiesta. Tomen nota de nuestros vecinos franceses, que le dan al aficionado lo que quiere ver y no se les castiga siempre con los mismos carteles y más de lo mismo, como sucede en España, o de estos jóvenes empresarios de Illescas que llevan dos años triunfando con la corrida total.

Ángel Carlos Sánchez Pérez