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El tamborilero

El tamborilero

tamborileroHe abierto el álbum de mis recuerdos, ese que abro a menudo para rememorar mi infancia y adolescencia en mi pueblo, Torrejoncillo. Ni el tiempo ni la distancia me han hecho olvidar a aquellos hombres y mujeres singulares que tuve la suerte de conocer. Uno de ellos fue el famoso tamborilero conocido como tío Julián, “el Bueno”. Julián Calvo Martín era su nombre.

Él forma parte del paisaje humano de mi primera memoria. Seguro que su familia aún le echa de menos. El tiempo se encargará de difuminar el dolor y el recuerdo y, cuando también desaparezcan su hija y sus nietos y quienes le conocieron, no quedará nada de su memoria, cubiertos todos por un sudario de silencio y olvido; por eso este artículo pretende dejar constancia de su existencia y relevancia.

La imagen más lejana que guardo de él, siendo muy niña, es su figura encorvada, no sabía si por el peso de los años o por el del tamboril, con su chambra oscura, pantalones de pana y sombrero, acudiendo a la fiesta de San Crispín, patrón de los zapateros, cuando tío Julián, el tamborilero, tensaba el cuero del tamboril y la flauta con los sonidos al viento, encabezaba la procesión formada por hombres con chambra y/o capa, y las mujeres con sayas y mantellina. Tío Julián, el «Bueno», animaba al gentío y, sobre todo, a los más chicos, que le seguían alborozados por las calles y plazas del pueblo hasta llegar a la ermita de San Albín. Durante la misa, en el momento de la consagración, rompían el silencio los acordes del tamboril tocando la Marcha Real. Después de la ceremonia religiosa, tocaba las jotas que las alegres parejas bailaban.

Era de trato modesto y llano y, quizá por la costumbre, su presencia en las fiestas era tan natural como la lluvia en otoño. En todos los pueblos era muy admirada la figura del tamborilero. No había festejo en el que no interviniera este personaje popular y querido. Si en Coria se hizo famoso “Cachicá”, en Torrejoncillo no lo fue menos “tío Julián, el Bueno”.

Le tocó vivir en una época mísera donde no se valoraba ni la creatividad ni los valores morales y altruistas. Pero él vivía feliz sin ambiciones, alegrando la vida de los torrejoncillanos y de los pueblos de la comarca con su tamboril.
El sobrenombre de “Bueno” le viene porque el padre de tío Julián ayudaba a todo el que lo necesitaba sin cobrarle nunca nada, por eso le apodaron Pedro el bueno. Y el hijo no sólo heredó el mote sino su bondad.

La vida le negó las oportunidades de realizarse pero él supo cogerle las vueltas. En él estaba el germen de un gran artista, por eso, siendo cabrero aprendió muy joven a tocar la flauta y más tarde el tamboril. Y esa afición la tendría de por vida. Como rareza, tocaba la flauta con la derecha y el tamboril con la izda.

Él fabricaba sus tamboriles con piel de oveja o cabra, la metía en cal para quitarle el pelo y con cordeles hacía agujeros a la piel y le ponía en medio una cuerda de guitarra.

Nunca fue a la escuela. Pero se las ingenió para aprender a leer y escribir de una manera peculiar: compraba las coplas y, en el chozo donde vivían, preguntaba al que sabía por las diferentes letras. Viendo su interés, su jefe le enseñó. Desde entonces no dejaba de leer cuanto caía en sus manos; tenía muy buena memoria.

Según su hija Quica, “hacía hablar a la flauta”. Y, junto al son del tamboril, amenizaba las fiestas del Tálamo, tocaba la Alborá, en la Encamisá, en San Sebastián, en San Isidro, Año Nuevo… En todas las fiestas requerían su presencia. Y formaba parte de los danzaores. También le contrataban los mozos para dar música a las chicas. Y tocaba con los coros y danzas de la Sección Femenina (poder importante en aquellos tiempos).

Al casarse dejó las cabras y ovejas y se hizo mediero.

Era cariñoso, nada interesado, tenía muy buen humor y hacía el bien a todos.

Fue maestro de canciones y danzas. También poeta. Y compositor, pues inventaba canciones y les ponía letra y música.

Nunca recibió un homenaje pero fue muy querido por todos sus paisanos.

Cada vez que escucho la música de un tamboril, acude a mi memoria el recuerdo de tío Julián el Bueno, nuestro Tamborilero.

Rosa López Casero

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2 Comments

  1. Rosa López Casero

    Gracias por tu comentario.

  2. recordar

    Pues recordándolo ,sigue vivo, muy bonito y entrañable tu articulo,Gracias

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