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El pregón de las Fiestas de Valdencín 2013 (por Gerardo Moreno)

El pregón de las Fiestas de Valdencín 2013 (por Gerardo Moreno)

Gerardo Moreno (el estanquerGerardo Morenoo), como él mismo se define en su presentación, fue el elegido en las Fiestas de Valdencín el pasado mes de julio para dar el Pregón de las mismas. Es el tercero en hacerlo, después de Enrique Arias y José Luis Cano que le precedieron en tan alto honor. Un pregón entrañable, sencillo y muy cercano fue el que ofreció a sus paisanos, el cual hoy podemos ofreceros gracias al blog Valdencín Existe , donde se colgó hace unos días.

A continuación os dejamos el texto del Pregón de la Fiestas de Valdencín 2013 a cargo de Gerardo Moreno Manibardo.

«Valdencín, mi pueblo y yo»

Hola, buenas noches, soy Gerardo (el estanquero) por si alguien de los presentes aún no me conoce. Quiero agradecer la presencia aquí de todos los vecinos, al señor alcalde y a las autoridades presentes, Moisés, Tere, Juan Curro, que fue el que me propuso la idea de hacer el pregón. Y en especial a Mª Jesús la portuguesa por ser la promotora de la realización de los pregones en Valdencín, ella me avisó en el primer pregón de que pronto me tocaría, y aquí estoy, contándoos anécdotas y experiencias vividas muchas de ellas con vosotros.

Me quiero acordar también de los anteriores pregoneros, Enrique Arias y José Luis Cano, con los que disfruté oyéndolos y aprendiendo de la formación e historia de Valdencín, que por ser más joven y además no ser colono con parcela tenía un déficit de conocimiento de las primeras andaduras de nuestro pueblo.
La llegada de mi familia a Valdencín fue el 20 de Noviembre de 1971, procedente de Torrejoncillo, cuando yo tenía 4 años, por lo que de esa etapa de mi vida tengo escasos recuerdos, solamente me acuerdo de un amigo al que me encanta saludar siempre que lo veo por ser la referencia infantil que tengo de Torrejoncillo, que es Miguel “el Puro”, hermano de Juan. Otra persona que recuerdo de aquella época con gran aprecio es Pedro Alejandro Rodrigo, alias “Perique” que creo se vino a Valdencín un año antes que nosotros, continuamos alegrándonos cuando nos vemos a pesar de que debo ser unos de los defensas futboleros que más ha regateado nuestro Iribina.
Mi familia, supongo que como casi todas, llegamos con una mano delante y otra detrás, a nosotros nos dieron el Estanco, llamado en este pueblo el “Listanco” y ahora Estanco Bene. Nos lo dieron por motivos relacionados con la enfermedad de mi padre, una trombosis que le afectó la parte izquierda del cuerpo, esto le ocurrió a los tres meses de casarse con Isabel, mi madre, que llevaba trabajando desde que era una niña, y se tuvo que hacer cargo de tirar para delante de mi familia, con la poca ayuda que mi padre le pudiera prestar.
Creo que llegamos con todas nuestras cosas en un carro con el tractor de tío Antonio Chiquete, y nosotros nos vinimos en los burros, no creo que hiciéramos más de un viaje.
El Estanco venía acompañado de un servicio fundamental, el teléfono público, que estaba situado en nuestra casa, en la esquina de la entrada del actual estanco, el primer número que tuvimos fue el 266, funcionaba con teleoperadora, creo que se llamaba Conce, estaba en Torrejoncillo, la gente del pueblo pedía la llamada y estaba con nosotros conversando 20 o 30 minutos hasta que ponían la conferencia, también la gente de fuera del pueblo llamaba, nosotros avisábamos a su familia para que vinieran a recibir la llamada, que otras veces era semanal, los domingos por la tarde esperaban con nosotros hasta que llamaba su familiar, Siempre recordaré las llamadas de Vito la de Mirabel, que me decía “anda Gerardito ve a avisar a mi madre”, ahora a veces me sigue llamando así.
Con el teléfono no todo eran buenas noticias, éramos los primeros que nos enterábamos de las malas noticias, como algún fallecimiento, enfermedad, etc. Me acuerdo que de pequeño acompañaba a mi madre o a mi hermana a dar algún aviso por la poca luz que había en el pueblo, y porque siempre había algún perro suelto.
Era un servicio 24h y de emergencia. Cuando llamaban a Don Antonio, el médico, teníamos que ir a avisarle a la finca en la zona del Fraile si había alguna urgencia en Torrejoncillo o Valdencín. Le he avisado en bici, moto, andando… Posteriormente ya se pusieron los teléfonos en las casas aunque todavía se avisaba a los que no tenían y se podía llamar como en una cabina telefónica.
No tengo recuerdo de cómo fue el recibimiento de los niños que vivían ya en el pueblo, pero lo que sí recuerdo es que estaba establecido que te relacionabas con los niños de tu calle, así es que a mí me tocó la calle que contemplamos, la calle Plasencia, por lo que me tocó jugar sobre todo con los Nabos, especialmente con mi amigo ”Panaero”, con Tomás “Chapaní”, Ángel el “Loro”, Rosi “Carbonera”, Cristi, Julián el “Melonero”y Leandro “Tocino”, que le apodamos Curro Jiménez por la serie de televisión más vista en aquellos tiempos.
En esta etapa yo estaba deseando que empezara el colegio, porque el pueblo estaba muy solitario, sobre todo en verano, ya que tanto padres como hijos trabajaban en el campo, y cuando los chavales podían aparecer por el pueblo era ya de noche y además venían cansados de trabajar todo el día.
Lo bueno del verano era que venían mis primos de Barcelona y Villar del Pedroso, con los que me lo pasaba pipa, aunque en las despedidas enfermaba durante dos o tres días. Otros veranos yo iba a Barcelona, fui privilegiado en conocer el mundo exterior, sobre todo el mar, el zoo, los barcos, que el primero que vi dije que era más grande que Valdencín, supongo que en eso era la envidia de mis amigos de aquí.
Aquellos veranos tenían dos días especiales para los niños de este pueblo, eran el 18 y el 25 de julio, era cuando tío José Pedro Culera cogía el tractor y nos llevaba a pasar el día al río, nunca lo olvidaré.
La única noticia mala de mi infancia que creo que debo mencionar, y que aún ahora me produce una gran tristeza, es la muerte de mi padre, cuando yo tenía sólo 9 años, del cual, no sé porqué no tengo excesivos recuerdos, pero todo lo que cuenta mi familia y la gente de este pueblo se puede resumir en seis palabras sobre él “que buena persona era tu padre”, creo que no es un mal eslogan para que hablen así de tu padre, sería como mi hermana Bene, que coincidiréis todos que también se merece esas palabras.
Quiero presentar mi agradecimiento a los maestros responsables de mi formación, aunque el primero de ellos lo tuve en casa, mi abuelo Lorenzo , que fue el que me enseñó a leer y escribir como a muchas personas de la edad de mi madre, algunas de ellas aquí presentes como por ejemplo a tía Isabel “Nava”.
Entre mis maestros, Dª Angelines, Dª Loli, Dª Carmen, que estuvieron hasta 3º de EGB y posteriormente alterné cursos con Dª Anita de la que guardo un gran recuerdo y de Don Enrique, como no, que fue con el único maestro con el que he repetido curso, pero no por mal estudiante, sino porque no cabíamos en la escuela de 5º y 6º, pasando Rosi Olivera y yo a 7º, que tuvimos que hacerlo 2 veces.
Bueno, de Enrique me quedaría corto si solo dijera esto, para mí ha sido el Alma Mater de este pueblo, no sólo por la ayuda que prestó a los colonos, para mí y las personas de mi edad más o menos, fue el referente humano, cultural y deportivo de este pueblo. En el tema cultural con la creación de la Escuela de Mayores donde se sacaban el Certificado Escolar, la creación del Club de la Juventud, donde aprendimos a relacionarnos y respetarnos , a jugar al futbolín, al ping pong, al ajedrez, donde veíamos películas de cine; el maquinista era Pepe “el Carbonero”, nos traían una película a la semana o cada 15 días, estuvimos esperando una película de Artes Marciales durante meses, se titulaba “Trenza Mortal,” pero debía estar muy solicitada entre los pueblos de alrededor porque tardamos en verla.
En lo deportivo, Enrique nos puso a correr a todos los niños del pueblo, nos llevó a “los Cross” de Coria, Plasencia, Cáceres, etc.; Además teníamos un grupo de chicas espectaculares, no solo por guapas, sino que eran las mejores atletas de Extremadura, ganando una y otra vez a todos los sitios donde íbamos. Destacaba en velocidad Lourdes Martin, que nos ganaba a todos los chicos de nuestra edad, y en fondo su hermana Montse, Leo Mirón, Mari Portuguesa, Meme, etc.
Recuerdo con gran cariño la formación de los equipos de futbol del colegio, mi equipo era “El Encín”, donde jugábamos los más pequeños como Carlos y Ángel Mari Piloto, Perique, Darío, Carlos Arias, Panaero, Tomás Chapaní, Julián, Vicente Bernal, Ninín, Honorio, Anselmo, Felipe, etc. Y el otro equipo era “El Sanfor”, en el que estaban los mayores, Ángel Melchor, Emilio Portajero, Ángel el Mariposo, Benjamín el Navo, etc.; casi siempre nos ganaban aunque les dábamos guerra con los fichajes de Chuti y Rafa Manzano para los partidos de las fiestinas.
Quiero nombrar en este pregón a dos personas con las que coincidí en los estudios porque fuimos tras José Luis Cano los primeros del pueblo en estudiar una carrera, ellas fueron las primeras chicas que salieron a estudiar fuera, Angélica Merchán y Rosa Mª Olivera.
Un recuerdo personal que tengo de Don Enrique fue un día de Junio del año 1985, en el que suspendí Biología y Filosofía en COU, siendo la primera vez que me cateaban, y en casa ya sabía lo que mi madre me iba a decir, “Gerardo no te preocupes que el campo estará siempre esperándote si no estudias”, aquel día él me sacó de casa llevándome a Cáceres a hacer unas gestiones y allí también me aconsejó sobre mis posteriores estudios, yo quería ser maestro, como él, pero me dijo: “magisterio es una fábrica de parados”, tienes que hacer algo en lo que termines y puedas ponerte a trabajar (quién pudiera dar este consejo hoy en día), es más creo que deberías hacer ATS, el jodío, dio en el clavo, llevo ejerciendo de enfermero 24 años, lo cual le agradezco de corazón, como anécdota he de decir que la buena vista que tuvo conmigo , luego con su hija María tardó más tiempo en darse cuenta que iba a tener una enfermera en su propia casa, a la que me encontré en mi hospital haciendo prácticas de enfermería, la presenté a mis compañeros como “la hija del que tiene la culpa de que yo sea enfermero”.
Disfrutábamos mucho con las convivencias escolares que realizábamos entre los pueblos de alrededor, creo que la primera fue en Alagón, que por cierto acabamos bañándonos en el río nosotros solos, algo impensable ahora que hicieran nuestros hijos en edad escolar. Posteriormente fuimos al Batán, Valrío, Holguera, etc. Ahí fue cuando empezamos a conocer gente de los pueblos de alrededor.
También fuimos a Cuacos de Yuste, creo que fue la primera excursión fuera de nuestro entorno organizada por el colegio, por entonces yo ya estaba en el Instituto, pero ese día hice pellas para irme con mis amigos del pueblo.
El 15 de Octubre, todos esperábamos con ilusión “Las Fiestinas“de Valdencín, que se celebran el día de Santa Teresa, nuestra patrona. De estas fiestas derivan las que hoy comenzamos a disfrutar, creo que fue una buena decisión porque aparte de mejor tiempo, los que vivimos fuera lo agradecemos por ser más fácil venir en período vacacional que en Octubre.
Nos lo pasábamos fenomenal en los bailes que se realizaban en casa de tío Humo (Jumo) y posteriormente en la cooperativa. Los pequeños disfrutábamos con los juegos y los concursos que se realizaban para niños y adultos, como la Cucaña, los Pucheros o Piñatas, las Carreras de Sacos, las Carreras con Huevo y Cuchara, el baile de la Patata, la Silla, los concursos de Cante y sobre todo el de Baile, hace poco coincidí con Fernando el de tía Petra Dominé en Madrid, que por cierto, hacía más de 20 años que no nos veíamos y él no me reconoció, hablamos de sus participaciones en estos concursos, nadie bailaba como él.
Un año se organizó un memorable partido de futbol, que creo fue arbitrado por mi cuñado Ángel el Dorro, entre solteras y casadas, con las solteras militaban María Sosa, Mari Macha, Pascuala, etc. y con las casadas un equipazo, tía Paulina, tía Regina, tía Alejandra Dorra, tía Ángela, tía Remedios, tía Tani, tía Elia la francesa, etc. Lo espectacular no fue el partido sino el vestuario de las casadas, algún sombrero de paja, camisetas de invierno y calzoncillos largos de los maridos, todavía nos echamos unas risas cuando vemos las fotos.
La siguiente etapa de mi vida tras terminar la EGB fue la asistencia al Instituto Medina Cauria de Coria, sin prácticamente salir del pueblo para realizar ninguna gestión, con 14 años, me fui con Domingo el Soso al río de Coria donde se celebraba una feria de ganado, y me crucé todo Coria para hacer la matrícula, al llegar al Instituto tuve la suerte de encontrarme con Felisi Alviz , que era secretaria del Centro, no sé si hubiera sido capaz de matricularme sin su ayuda.
El primer año de Instituto fue bastante duro, ya que no conocía a ningún compañero. Nos pasábamos bastantes horas en el autobús, ya que veníamos a comer a Torrejoncillo, yo me tuve que quedar a comer en el “Parador de la Rosa”, con tía Rosa, Cristi y Marga, a las que casi no conocía, éramos familia y a partir de entonces más.
El principal problema de ese año era la vuelta a Valdencín ya que no había coordinación de horarios entre el autobús que me traía de Coria y el que tenía que coger en Torrejoncillo para venir a Valdencín, algunas veces lo cogía porque salía corriendo desde los Paradores a San Antonio, pero otras veces lo veía irse, y entonces ya sabéis, 6 Km andando un pie detrás de otro con el macuto de los libros hasta Valdencín. Alguna vez me cogía Luterio el hijo de tía Isabel Jierra, que siempre me decía que no aprendería nunca a montar en moto. Algunos días llegaba a casa a las 8 de la tarde, supongo que con pocas ganas de estudiar, aunque siempre me daba tiempo de ir a jugar a los campos de futbol de la escuela, y en aquellos años jugábamos mucho a Baloncesto en las canastas de latón que había en el parking del actual pabellón polideportivo, allí me encontraba con los tres hermanos Carretero (Chema, Carlos y Vicente), mi cuñado Ángel, Perique, Anselmo, Honorio, Pepe Garullo y Vicente Peragaña.
A partir del 2º año de Instituto me empecé a encontrar más a gusto, ya que los compañeros de Torrejoncillo me acogieron como uno más de ellos. Aquel año comencé a compartir pupitre con Juan Bartolomé, nuestra compañía duró tres años. Comencé a jugar a futbol sala con los Pringones, que por cierto, yo no sabía que a los Torrejoncillanos nos llamaban Pringones, aparte de Juan Curro estaban también gente inolvidable para mí como Güillo, Tito, Chema y Chegüy. Que eran más mayores que yo, pero tenían una pandilla que acogía a todos los que se acercaban a ellos.
Ese año estuve más acompañado en los viajes al Instituto, ya que comenzó aquel año Elena Peragaña, pero sólo me duró ese año, porque se fueron a vivir a Torrejoncillo, y el siguiente año me acompañó la Mari Portuguesa que volvió a retomar sus estudios y mi primo Loren que estuvo un año con nosotros.
En fin, esta etapa la recuerdo como mi apertura a conocer gente de otros pueblos, Moraleja, Coria, Portaje, Pescueza, Holguera, etc. Siempre me llamó la atención la cantidad de Portajeros que iban al Instituto, todo un autobús desde Pescueza y Portaje, de allí salieron muchos veterinarios, maestros y enfermeros como yo, por lo que no quiero dejar de animar a los jóvenes de este pueblo a que aprovechéis vuestros estudios, ya que el saber no ocupa lugar y te sirve para defenderte en todos los ámbitos de la vida y como está hoy el país os puede abrir más campos laborales.
Durante este tiempo no sólo me dedique a estudiar, en los veranos trabajaba en el campo, recogiendo algodón con Pedro Carabo y la Juana Macha, cogiendo tomates con los Tocinos y con tío Perique, que era una persona entrañable, zachando tabaco con tía Juana Sosa, con Blanca la de tía Feliz en la Salgada de las Matas colgando tabaco y con los pimientos que se ahumaban, y también hice mis pinitos en la construcción con mi primo Emilio Dedo luciendo su actual casa; estos trabajos me unieron mucho a la gente con la que trabajaba, como por ejemplo a Pepe Galán, Felipe Culera, Antonio Bernal etc.
El siguiente paso que tuvo que dar mi familia fue la decisión de si iba a poder ir a la Universidad, ya que la economía familiar era muy precaria, como la de la mayoría de vosotros en aquellos tiempos, al final se decidió que si iba a seguir estudiando y, tras el consejo de Don Enrique pude hacer la Diplomatura de Enfermería en Plasencia.
La ida a Plasencia comenzó como la de Coria, el trasporte seguía penoso, tenía que coger las maletas los lunes e irme andando para coger el autobús en el cruce, a 2 km. Tras el primer año de carrera me tuve que ir a la mili, por un error al pedir la prórroga, estuve en Cádiz con José el Carbonero, comento esto de la mili porque fue el motivo por el cual coincidí al proseguir con los estudios con la que es hoy mi mujer, Toñi, así es que, bien está el año que dedicamos a la patria.
Durante los siguientes dos años de carrera hicimos gran amistad con los compañeros de promoción, lo que animó a muchos amigos a conocer nuestros respectivos pueblos, como Asegur en las Hurdes, Casar de Palomero, Deleitosa, Navalmoral, etc. Todos quedaban encantados con la fiesta de la Encamisá y la Romería.
Acabamos la carrera y comencé a trabajar como aventuró Don Enrique, primero en el Hospital de Cáceres y después en Toledo, en Octubre del 89 se me acabó el contrato y quedé a comer en Madrid con mi amiga Santi, me dijo que ella había echado el currículum en el Hospital Gregorio Marañón, yo, el último sitio en el que quería trabajar era en Madrid, pero en fin, como no tenía trabajo eché mi currículum y a los 15 días me llamaron para trabajar.
El primer año en Madrid fue bastante duro, me costó acostumbrarme a una ciudad tan grande, supongo que al haberme criado en este pueblo aquello me desbordó un poquito. Compartía pensión con mis primo Paco Dedo y con Sergio Camorro, algo parecido a lo que hacíais todos cuando os ibais a trabajar a Madrid. Estuve a punto de volverme a mi pueblo, pero el siguiente verano llegó Toñi a Madrid y fue cuando empezamos a caminar juntos.
En el Gregorio Marañón llevo cerca de 24 años, en el Servicio de Digestivo, en la UVI de Sangrantes y en la Unidad de Trasplantes Hepáticos, una de las Unidades más cualificadas de España, en la que me siento como en mi casa, apreciado y querido por mis compañeros, es lo más parecido a una familia, aparte de trabajar mucho, y a pesar de la presión exterior que estamos soportando últimamente la Sanidad de Madrid, estoy muy orgulloso del trato que damos a los pacientes en mi Servicio, somos muy humanos y muy profesionales, allí sufrimos y reímos todos. Ya sabéis donde estoy para lo que necesitéis.
En el Materno Infantil del Marañón nacieron mis hijos, Carlos y Lara, ese Hospital lo levantó entre otros, gente de este pueblo, como Antonio Casamelón, José Caniche, Luiso, etc., como otros edificios de Madrid por los que me encanta recordar cuando paso por ellos que lo hicieron paisanos míos, como las Torres Kio y una casa en el barrio de San Bernardo que reformaron Pepe, tío Tomás Carrano, Honorio y Panaero, de la que tengo fotos del antes y el después, qué buenas ensaladas preparaba tío Tomás, me encantaba pasarme por allí a pasar un rato con ellos.
Una de las mejores cosas que hemos hecho Toñi y yo ha sido comprar una casa en Valdencín, ya que así podemos disfrutar más del pueblo y de mi maravillosa familia, capitaneadas por Isabel y Bene, a las que tanto quiero, de mi cuñado y mis sobrinos que son como mis hermanos, y como no de mis tíos cuando vienen a visitarnos.
A nuestra casa la llamamos la Fonda Moreno-Casares, ya que casi siempre venimos acompañados de nuestros amigos madrileños, la mayoría repite, o de mi familia política, a los que les encanta el pueblo, sobre todo a los sobrinos y a mi cuñado Javi. A mi suegra, Antonia, le encanta engancharse a la charanga de los Manga en la romería, que por cierto, al principio de coger la casa, mi vecina Estrella me dijo que qué poco venían mis suegros por aquí, a lo que yo le contesté que se iba a aburrir de verlos, mi suegra se va preocupada si no saluda a Estrella y a María Sosa, con la que coincidió trabajando en el hospital por la enfermedad de tía Juana, sé que el aprecio es mutuo.
Ni que decir tiene que disfrutamos con nuestros amigos, sobre todo de Honorio y Juana Mari que además son nuestros vecinos, de Carlos y Mª Luz, que los tenemos en Torrejoncillo y de Panaero que se nos ha hecho Valenciano.
A parte de familia y amigos lo bueno que tiene este pueblo es poder disfrutar con sus gentes porque a cualquier sitio que vayas pasas un rato agradable, lo mismo te tomas una cerveza con un señor de 80 años que al día siguiente pasas el rato con su nieto de 16. No sé quien disfruta más, si nosotros o nuestros hijos, que les dicen a sus respectivos compañeros que Valdencín es el pueblo más bonito del mundo.
En definitiva, ME ENCANTA MI PUEBLO, lo echo de menos cuando no estoy en él, estoy encantado de desearos unas
FELICES FIESTAS 2013.
UN SALUDO Y HASTA SIEMPRE.
OS QUIERO Y OS TENDRE SIEMPRE EN MI CORAZON.

GERARDO MORENO MANIBARDO

Fuente: Valdencín Existe

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1 Comment

  1. José Luis

    Natural, emotivo y, sencillamente, bonito. Muchas gracias por la publicación y muchas gracias a Gerardín por los recuerdos y vivencias de que nos hace partícipes en su pregón, a los valdencineros y a tantas personas que significan algo para él.
     

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