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DESIDIA

…o negligencia, inercia, abandono, dejadez, pasotismo, apatía, desfachatez, bueno, borren de la lista esta última que parece que suena un poco fuerte…y muchos otros sinónimos que conducen todos a lo mismo: a la falta de interés por las cosas, a la desgana con la que hoy se hace todo, y eso si se hace.
Querida amiga y compañera Elvira, bien sabes las veces que hemos hablado de lo que encierra la palabra que da título a este artículo; pues bien, creo que ha llegado el momento de poner una serie de reflexiones mías propias por escrito, a ver si alguien más hace lo propio sobre esta falta superlativa de interés que campa a sus anchas entre nosotros.
Estoy harta, pero harta, de ver cómo las ilusiones y las ganas que le pongo, pese a tantas cosas, a todo lo que me interesa en esta vida, se vaya a la mierda por culpa de la desidia de algunos, y perdón por la expresión.
Por ejemplo, y sin ir demasiado lejos; vamos a centrarnos en la Asociación de Padres y Madres del I.E.S.O. “Vía Dalmacia”. Resulta que emprendes proyectos para bien de los padres, proyectos que revierten positivamente en nuestros hijos, y resulta que estamos los de siempre viéndonos las caras. Proyectos en los que tienes que invertir tu tiempo, que te los subvencionan desde la Junta con un buen dinero, y pasa que a la hora de ponerlos en práctica nos las vemos y nos las deseamos. Proyectos que no son ninguna tontería, puesto que pretenden mejorar nuestra salud y otros ámbitos importantes de nuestras vidas. No sé, queridos compañeros, pero a mí no me parece nada normal, que de todos los padres y madres que componemos nuestra Comunidad Educativa, solamente nos demos por aludidos unos ocho, y eso cuando más poder de convocatoria tenemos. Me parece triste que una cosa tan de vital importancia como es el participar en el devenir de nuestra Comunidad, en la que se educan nuestros hijos – no lo olvidemos-, no atraiga vuestra atención, o la atraiga tan mínimamente.
Mandamos comunicaciones: que si para el Día de la Fruta, que si para pasar un fin de semana en un Albergue, que si para participar en un Club de Lectura con café y pastas incluidos, que si para apuntarse a unas sesiones de relajación…y no encontramos respuesta. Si me he decidido a escribir este artículo es porque realmente los que continuamos tirando del carro de la Asociación de padres y madres del I.E.S.O. “Vía Dalmacia”, estamos cansados. Cansados, tristes, desilusionados; porque no entendemos cómo no podéis emocionaros e implicaros en proyectos tan atractivos. No lo comprendemos, sinceramente. Sabemos que tenéis vuestros trabajos; trabajos que en los tiempos que corren hay que conservar como oro en paño. Cada uno tenemos el nuestro y debemos saber cómo organizar nuestro tiempo; pero el día tiene veinticuatro horas, es cuestión de priorizar, me parece a mí.

Pasemos a otro estadio de la desidia, porque desgraciadamente la hay para dar y tomar y en todos los órdenes: la desidia contra el Medio Ambiente.
Siempre he sido de campo y no consentiré que la desidia de unos cuantos me impida seguir siéndolo con todas las garantías. Estos paisajes por los que camino cada vez que tengo algo de tiempo para dedicármelo a mi misma, me han ido conformando el cuerpo y el alma, me han hecho ser como soy _y yo me gusto mucho no se vayan a creer. No quiero perder estos paisajes por nada del mundo, y cada vez que lo considere oportuno denunciaré la desidia en la que se encuentran. Asumo el riesgo de parecer pesada a más de uno, terriblemente pesada, porque de nuevo vuelvo a La Sauceda.
Que yo recuerde, y una ya metida en la cuarentena, tiene ya bastantes cosas que recordar, nunca había visto este lugar tan sucio como ahora, tan ruinoso. Donde quiera que pongas los ojos encuentras latas, botellas bolsas y cuanta basura puedas imaginar. Basura que afea el paisaje y que lo deteriora más deprisa de lo que imaginamos.

El pasado domingo, dando un paseo, entré de nuevo en la vieja escuela, corriendo el riesgo de que se me cayeran encima alguna teja o ventana- que esa es otra-, y, al mirar por uno de los ventanales, pude contemplar con disgusto lo que ustedes pueden ver en la fotografía: la desidia con la que muchos de nuestros semejantes tratan a nuestro más inmediato Medio Ambiente. Total, qué mal puede hacer eso allí, un lugar olvidado y solitario. Por de pronto, que en ese corro en el que se ha depositado la basura, no crezca la hierba, ¿les parece poco?

Para colmo de mis males, decidí seguir mi paseo por el Camino de la Represa que conduce a la Salgada de la Torre, Arroyo del Encín arriba. Pensé que aquello estaría más limpio, pues siempre ha sido paraje poco transitado y conservado de manera un tanto salvaje, alejado de la mano implacable de los hombres. Allí se escuchan solamente los sonidos de la naturaleza: los pájaros, el viento entre los árboles, el rumor del agua entre las piedras.

Siempre me gustó sentarme entre las encinas, cerrar los ojos y abandonarme a escuchar todos esos sonidos que no se escuchan en ninguna otra parte. Pero esta vez no pudo ser; al levantar la vista, nuevamente el deplorable espectáculo de la basura es lo único que atrajo la atención de todos mis sentidos. Una nueva dosis de desidia por si no había tenido ya bastante.

Que yo sepa, en todos los pueblos, por pequeños que sean, hay un servicio de basura que funciona a la perfección y se encarga puntualmente de llevarse todo aquello que desechamos, para darle nuevos usos. ¿Por qué, entonces, hay quien carga la basura en el maletero del coche y la despeña en cualquier barranco escondido o por esconder, que de todo hay por ahí?
Hay algo que falla en nuestra educación ambiental, en nuestra ecuación para la salud y en general, en nuestro modo de participar de nuestra vida en comunidad, eso es evidente, y para muestra con estos dos botones basta, que no quiero que me tachen de cansina.
¡Cómo siento haberle robado hoy el espacio a Julita, con lo bien que ella se las estaba manejando con nuestros maestros y maestras de antaño!; pero hoy, como otras tantas veces, lo que mandaba era la intrahistoria y el hacerles reflexionar sobre ciertas formas de desidia que se van apoderando de muchos ámbitos importantes de nuestras vidas, y ponerles remedio si no queremos que nuestro paso por el mundo sea el mayor de los sinsentidos.
Mª José Vergel Vega

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