!MARCHANDO UNA DE TOROS!

¡Ay qúe ver cómo se encienden los ánimos , y cómo se han encendido siempre, en este pueblo nuestro cuando se acerca la fiesta de los toros!

Que quede claro que no pretendo con este artículo sembrar cizaña entre los defensores y los detractores de la fiesta, allá cada uno con sus ideas. Lo que sí quiero es hacer historia, pues de eso va esta sección.

Para los más jóvenes, diré que no siempre se han celebrado los toros en el mes de Agosto. En la posguerra, ya entradita, porque en los primeros años de la misma a ver quién era el Ayuntamiento que tenía presupuesto para capeas cuando todo, absolutamente todo, se racionaba, y eso si había para racionar.

Situémonos, por ejemplo, entre 1950 y 1970. En estos años los toros se celebraban a finales del verano y las fiestas eran conocidas como “Becerradas de finales de verano”. Se llevaban a cabo en el mes de Septiembre, sin que hubiera unos días fijos, ya que estaban supeditadas a cuando finalizaran las faenas agrícolas de recolección, siendo unas fiestas para el uso y disfrute de los campesinos, que ya se lo merecían.

El tablado no era como lo conocemos actualmente; por el Alcalde se invitaba a la gente para que llevara sus carros a la plaza para montarlo. Si algún vecino tenía alguna excusa para no llevar su carro , debía comunicarlo al Señor Alcalde, o en caso contrario se le imponía la multa que se estimara conveniente. No todos los carros servían para este menester, solían ser desechados aquellos que eran arrastrados por caballerías por ser pequeños y de escasa resistencia.

La gestión de las becerradas se hacía mediante contratos de cesión de la plaza a los empresarios taurinos del momento, entre los que gozaban de gran renombre: Ramón Silvestre Valencia, José Gutiérrez “Mirabeleño”, Serafín Díaz Moreno, Francisco Garrido, Tomás Lancho González o Eugenio Gregorio Gómez, entre otros.

Solía haber cuatro o cinco días de festejos, que previamente tenían que ser autorizados por el Gobierno Civil, como mandan los cánones, lidiándose toros y vacas para solaz de los torrejoncillanos. Los días que venían novilleros se publicaba bando del Alcalde hacique endo saber que se prohibía la permanencia en el ruedo de personas ajenas a la cuadrilla; en un bando de 12 de Septiembre de 1958 se advierte que:
“Los contraventores a esta orden , serán detenidos, sin perjuicio de la imposición de multa de 50 pesetas, con la que quedan conminados” .

Precisamente ese día actuó en la plaza de Torrejoncillo el “afamadísimo diestro Currito”, que lidió dos novillos y al que se presentaba en los carteles como “verdadera revelación de la tauromaquia”, siendo su apoderado José Gutiérrez “Mirabeleño”.

El cartel de 1964 rezaba:
“En conmemoración de los XXV años de paz, con permiso de la Autoridad y si el tiempo no lo impide se celebrarán cuatro grandiosas novilladas…”, esta vez los días 26, 27, 28 y 29 de Septiembre, en los que fueron lidiados y muertos a estoque cuatro novillos erales de la afamada ganadería de Don Agapito Blanco. El espada fue Merlo Ortega, el sobresaliente Antonio Torbas “El Espejeño”, como banderilleros Antonio Díaz de Terán y José Serrano “Sevilla”, actuando de mozo de espada Manuel Arroyo.

Hasta 1972 siguieron celebrándose estas fiestas en el mes de Septiembre, bien al principio o bien al final, según cuando terminasen las faenas del campo. A partir de 1974 se circunscriben en torno al 15 de Agosto, festividad de Nuestra Señora, refiriéndose ya a ellas como “Fiestas del Emigrante”, incorporándose ya otros actos como la verbena en la que se elegía a la Reina y Damas de Honor; hay que decir que en un principio si se asistía a la verbena era previo pago de la entrada correspondiente. Para los curiosos diré que en 1971 la verbena fue amenizada por nuestros “Abedules” que cobraron 4000 pesetas.

En torno a estos años de la década de los setenta comenzó a publicarse un librito, _ que venía a ser como el que hoy en día publican los Amigos de la Romería de San Pedro_, en el que se anunciaban las empresas locales y se daba cabida a los que querían expresar en prosa o en verso sus impresiones sobre la figura del emigrante y sus circunstancias vitales. Precisamente en el librito de 1975 se publicaron los trabajos ganadores del “Concurso Literario sobre el Emigrante” que había convocado la Comisión de Festejos.

Que los toros tienen que resultarles rentables a los Ayuntamientos no lo pongo en duda, pues si no ¡ a santo de qué tanto y tanto toro!. De los datos que he podido consultar he sacado la conclusión de que era una fiesta que, en la mayoría de los casos, arrojaba superávit. Por ejemplo en 1952 hubo un saldo favorable al Ayuntamiento de 10.941 pesetas y en 1953 de 13.201 pesetas. Y los toros no podían ser cualquiera, lo suyo era que fueran de alguna ganadería con renombre; en los tiempos que corren si no se lidia al menos un “Victorino” parece que las fiestas resultan un tanto descafeinadas, pues lo mismo pasaba en la época que nos ocupa si no se traía algún Albaserrada. No estoy yo muy puesta en precios de toros, pero hoy un “Victorino” para una plaza como ésta debe andar por los 5000 eurazos,_ cuando no sea más_, los Albaserrada se cotizaban por aquellos años entre las 7000 y las 9000 pesetas. Así las cosas, los toros había que amortizarlos, por lo que entonces como ahora, había que cobrar una entrada. Esta entrada no costaba lo mismo si había novillero o si era una simple capea para diversión de los mozos. Para que nos hagamos una idea al respecto, en 1962 los precios fueron: 15 pesetas para los mayores de 14 años y 8 pesetas para los menores, pero si había novilleros los mayores de 14 pagaban 20 pesetas y los menores 10 pesetas.

Que la gente acudía a la plaza en masa los días que había novillero no me cabe la menor duda, prueba de esa expectación es la carta que el 30 de Agosto de 1966 y dirigida al “Señor Alcalde e la Villa de Torrejoncillo” se recibió del corresponsal literario del Semanario taurino sevillano “El Burladero”, Don Juan García Flores que, encarecidamente rogaba al Sr. Alcalde le facilitase toda cuanta información pudiera, ya que:
“El poco espacio que hoy dedica la prensa a estos modestos festejos, hacen que la mayoría pasen sin la menor noticia para los aficionados y así, dejar en el olvido los triunfos de estos humildes torerillos que luchan por villas y villorrios y que es para ellos un gran estimulante el ver su nombre en un periódico…quiero ayudar en lo posible a estos muchachos, mencionando sus nombres y haciendo constar sus triunfos en el resumen de la temporada taurina en nuestra región…”

Ya veis, queridos lectores, que los toros en este país y en este pueblo tienen una solera que no voy a ser yo quien la discuta, y una historia más que atractiva.

Y llegados a este punto, al punto y final, permítanme que les haga la misma pregunta que sirvió para introducir el debate en ese pedazo de obra que nos montamos no hace mucho con Caldo de Tomate: “La fiesta de los toros: ¿Fiesta mariana o pagana?”

“¡Ya está ésta encendiendo la polémica, y eso que dijo al principio que no iba a hacerlo!_ estaréis pensando alguno que otro…Pues nada más lejos de mi intención. Si lanzo este interrogante es porque en una invitación de 12 de Agosto de 1976, el Señor Alcalde ruega a la Reina de las Fiestas del año anterior que concurra al Ayuntamiento a las 21:30 horas del día susodicho “provista de su banda a fin de asistir …a la Misa y salve Solemne, que se celebrará en honor a la Inmaculada Concepción; rogándole así mismo que (a ser posible) traiga un ramo de flores naturales para la ofrenda a la Virgen, quedando invitada al mismo tiempo para la asistencia a los actos posteriores de Coronación de la Reina y posesión de las Damas de su corte, que han de ser elegidas en la misma noche”.

Para que luego digan que la vida no es puro teatro o que el teatro no es como la vida misma, ¿eh, compañeros?